Las ondas theta gestionan los recuerdos espaciales para evitar la desorientación
Los científicos descubren cómo funciona el GPS cerebral: las ondas theta cambian de frecuencia para que recordemos a dónde vamos y no caigamos en la desorientación. Un avance para el tratamiento del Alzheimer.
El cerebro dispone un sistema de posicionamiento global (GPS) que nos permite orientarnos en relación con nuestro entorno, una habilidad capital para nuestra supervivencia.
Gracias a este sistema de navegación, los seres humanos y los animales pueden hacer frente a entornos complejos, incluso sin una brújula.
Esa proeza la conseguimos gracias a la intensa actividad de una red de neuronas situadas en lo más profundo del cerebro: cooperan para crear un mapa mental del entorno que nos permite trazar el trayecto de un lugar a otro.
Las regiones del cerebro involucradas en la búsqueda de rutas están íntimamente ligadas con la formación de recuerdos nuevos. Cuando esos circuitos neuronales fallan sobreviene la desorientación que caracteriza a los enfermos de alzhéimer.
Ahora, investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum y del Centro Médico Universitario de Friburgo, ambos en Alemania, y de la Universidad de Pekín, en China, han descubierto cómo consigue el cerebro esta singular hazaña.
Oscilaciones theta
Los investigadores han descubierto que las ondas Theta del cerebro son las que permiten que recordemos en todo momento a dónde vamos y nos evitan la desorientación.
La actividad eléctrica del cerebro genera una serie de ondas que pueden ser detectadas mediante el electroencefalógrafo.
Estas ondas son del orden de microvoltios en humanos y se clasifican en: delta (de 1 a 3 Hz); theta (3,1 a 7,9 Hz); alpha o ritmo mu (8 a 13 Hz); beta (14 a 29 Hz) y gamma (30 a 100 Hz).
Las ondas theta están asociadas con las primeras etapas de sueño y se generan tras la interacción entre los lóbulos temporal y frontal.
Según los resultados de esta investigación, publicados en la revista revista Science Advances, las ondas theta son también las que nos permiten recordar el lugar al que queremos ir cuando iniciamos un trayecto.
Los investigadores llegaron a esta conclusión después de estudios con pacientes con epilepsia a los que les había implantado electrodos en el cerebro para sus tratamientos médicos.
Los autores de esta investigación aprovecharon estos electrodos para registrar su actividad neuronal durante una tarea de navegación en realidad virtual.