Cristina J. Orgaz
BBC News Mundo
En su largo camino de apertura al exterior, China está dando pasos para normalizar algunos comportamientos empresariales que en cualquier otro lugar del mundo son parte del juego de la economía de libre mercado.
Durante años, antes de que una compañía china cayera en bancarrota, su deuda era comprada por bancos estatales u otro tipo de acreedores o se articulaban sistemas para inyectar capital y rescatarlas .
El principal ejemplo de este esquema son las empresas ‘ zombis ‘ , que pierden miles de millones de yuanes al año pero siguen operando gracias a ayudas.
El objetivo suele ser el de mantener los empleos y la actividad económica.
El fenómeno, muy popular en el Japón de hace una década, mantiene artificialmente vivas muchas compañías estatales, que de otra manera entrarían en bancarrota.
Las ayudas a estas empresas ineficientes suponen un aumento de deuda estatal , pero también provocan tensiones internacionales.
Y esto es porque generan un exceso de capacidad.
Esto significa que solo venden a precios normales un porcentaje de su producción -pongamos por ejemplo un 60% de lo que producen-, mientras que el restante (el exceso) de lo fabricado -que en nuestro ejemplo sería un 40%- se vende en mercados internacionales a un precio por debajo de lo que costó producir.
Es decir, a pérdidas.
Está práctica se conoce como ‘dumping’ y ha provocado numerosas quejas de Europa y Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio.
«Anteriormente, el gobierno chino no permitía que las empresas económicamente ineficientes o las compañías «zombis» dejaran de pagar a sus acreedores. Esto ha cambiado en los últimos años y los responsables de las políticas parecen estar mucho más dispuestos a dejar que las empresas improductivas caigan «, explica a BBC Elizabeth Colleran, analista de mercados emergentes de la firma Loomis, Sayles & Company.
Sector privado
Pero la guerra comercial con Estados Unidos ha provocado una oleada de quiebras , esta vez dentro del sector privado, y el estado ha decidido mantenerse al margen.
Según un artículo del diario The Wall Street Journal, los tribunales de todo el país aceptaron cerca de 19.000 solicitudes de bancarrota corporativa en 2018, más del triple que dos años antes.
Una cifra que marcó un pico y que en 2019 se ha suavizado.
Gael Combes, analista de la gestora Unigestion, coincide con Colleran, «en los últimos años, hemos visto en China un número creciente de empresas que entran en ‘default’ al no poder pagar a sus acreedores [y quiebran]».
«Esto supone un cambio que además coincide con un momento en el que China continúa reequilibrando su economía «, añade.
Los analistas creen que la ralentización del crecimiento del gigante asiático también ha tenido que ver en esto.
Los datos oficiales indican que en el segundo trimestre de este año China registró el crecimiento más lento en 30 años, un 6,2%, pero algunos analistas sugieren que la desaceleración ha sido mucho más fuerte.
Más tribunales
Una de las razones de las cifras de este año sea menor que la de 2018 es que China ha reforzado su sistema judicial para liquidar las empresas o tratar de salvarlas nombrando un administrador que renegocie la deuda con los acreedores.
China cuenta ahora con 90 tribunales de bancarrota dedicados a dirimir los conflictos que surgen entre accionistas, acreedores y la propia empresa, haciendo el procedimiento más rápido y eficiente.