Berlín – El caso del opositor ruso Alexéi Navalni, que salió este lunes del coma inducido en el que se encontraba tras ser ingresado en la clínica berlinesa de La Charité el 22 de agosto, sigue generando tensiones en las relaciones entre Moscú y Berlín e, incluso, amenaza un gran proyecto económico de los dos países.
Desde diversos ángulos políticos se pide una reacción contundente hacia Moscú por lo ocurrido a Navalni, a quien se considera, conforme a los exámenes practicados en Alemania, víctima de un envenenamiento.
Según un comunicado emitido hoy por el centro sanitario, Navalni ha salido del coma inducido, su estado ha mejorado y reacciona cuando se le habla, aunque no se puede descartar aún secuelas, debido al «grave envenenamiento» sufrido.
Posibles sanciones y un gasoducto en la cuerda floja
Ante esta situación, se habla de sanciones e, incluso, de interrumpir la construcción de gasoducto Nord Stream 2, para transportar gas directamente desde Rusia hasta Europa, que está casi terminado y en cierta manera es una especie de monumento a los tiempos en que las relaciones entre Alemania y Rusia eran distintas a las de ahora.
La estrecha cooperación con Rusia en materia energética es una herencia de la era del canciller Gerhard Schröder, que gobernó Alemania entre 1998 y 2005.
La amistad entre Schröder y el presidente ruso, Vladímir Putin, ayudó a esa cooperación.
Después de ser derrotado por Angela Merkel y dejar la Cancillería, Schröder pasó a trabajar como asesor del proyecto del primer gasoducto, el Nord Stream 1, lo que le valió duras críticas, pues daba la impresión de que se había involucrado y esforzado en la cooperación energética también pensando en sus intereses privados.
Merkel, tras su llegada a la Cancillería, continuó con el proyecto de cooperación energética, pese a que en otros campos procuró marcar distancias con Putin desde un comienzo, incluso antes de las crisis de Siria y Ucrania que enturbiaron las relaciones de Rusia con la Unión Europea (UE) y la OTAN.
Sin embargo, a pesar del deterioro de las relaciones que se venía observando desde hace bastante y pese a críticas y presiones procedentes de Estados Unidos, la realización del gasoducto parecía hasta hace poco algo fuera de duda.
Ni siquiera un asesinato perpetrado en pleno centro de Berlín contra un antiguo combatiente en la guerra de Chechenia y detrás del cual la Fiscalía considera que está el Estado ruso había hecho cuestionarse el proyecto.
Repercusiones del caso Navalni
Desde que Navalni sufrió un colapso en un vuelo entre Siberia y Moscú se sospechó que había sufrido un envenenamiento, extremo negado por los médicos rusos que lo trataron inicialmente.
Los primeros exámenes practicados en Berlín reforzaron la sospecha y unos análisis posteriores realizados por un laboratorio del Ejército alemán la confirmaron e identificaron que la sustancia que había afectado a Navalni era del grupo Novichok.
Merkel instó la semana pasado a las autoridades rusas al total esclarecimiento de lo que calificó de «intento de asesinato con veneno» y advirtió de que buscará una respuesta conjunta a escala de la UE y la OTAN.
Desde la oposición se han sucedido las exigencias para que se paralice el Nord Stream2 que debe garantizar la llegada de gas ruso a Alemania.
El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, abrió este fin de semana la puerta a posibles sanciones contra Moscú, sin descartar que éstas puedan afectar al proyecto.
El portavoz del Gobierno germano, Steffen Seibert, alertó hoy de que Berlín no va a esperar «meses» a una respuesta de Moscú por el caso de Navalni, aunque expresó cierta comprensión ante el hecho de que Rusia aún no ha dado las explicaciones requeridas.
No negó, además, que pueda producirse la paralización del previsto gasoducto, con el argumento de que «la canciller cree que sería erróneo descartar algo».
La interrupción podría afectar a cerca de 120 empresas de una docena de países europeos. Las inversiones realizadas hasta ahora están en torno a los 12,000 millones de euros.
La recuperación de Navalni puede dar un nuevo giro a la situación, cuando el político opositor esté en condiciones de pronunciarse públicamente. (ag)