Santo Domingo, RD
Seamos sinceros: el partido entre Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey fue uno de esos clásicos a los que nos tienen acostumbrados. Buena asistencia, lucha cerrada en una tabla de posiciones donde todavía todo es posible y adrenalina por los aires en las tribunas y en el terreno de juego.
Eran Licey y Águilas los dos equipos más ganadores de la pelota dominicana y los jugadores se lo tomaron de acuerdo a las circunstancias: los aguiluchos venían de perder, el domingo anterior, con marcador de 13-7 ante los añiles y estaban en búsqueda de revancha.
Es este contexto el que explica el derroche de emociones, de un lado y otro, que queda para la historia con un recital de “perreos” entre ambos conjuntos ante cada jugada ejecutada con éxito.
Los honores finales se los llevaron los Tigres con un triple de dos carreras de Emilio Bonifacio y un elevado de sacrificio de Erick Mejía, que construyeron el rally decisivo en la séptima entrada para dar a los Tigres del Licey una victoria con pizarra de 6-5 sobre las Águilas Cibaeñas.
Otro de los momentos clave del partido fue el cuadrangular Sócrates Brito, quien despachó la pelota para un jonrón de dos vueltas en el sexto episodio, con el que volteó el marcador que hasta entonces dominaban los aguiluchos con pizarra de 2-1. Con el cuadrangular el partido se puso 2-3.
A la siguiente entrada, ya con dos outs en el episodio, las Aguilas se las arreglaron para embasar a dos corredores para que llegara a la caja de bateo el experimentado y pimentoso jugador de Grandes Ligas, Carlos Gómez.
Gómez consiguió un picheo a la altura de la cintura y la desapareció por el jardín izquierdo, en un dramático cuadrangular que hizo crujir al Estadio Quisqueya, aun cuando su equipo jugaba como visitante.