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lunes, octubre 7, 2024
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Serie de tres reportajes : Parte III. Carnaval y Museo Vegano: 510 años de Historia, Turismo y Cultura

“Las Amazonas, primera comparsa de “Diablas” que salieron a las calles en 1991. A partir del 1947 se consagran los domingos del Carnaval Vegano. Actualmente el Museo expone “Huellas” un homenaje a las principales comparsas de La Vega, Santiago, Cotui, Bonao, Puerto Plata, Barahona, Montecristi y Santo Domingo”, detalló la directiva del MCV.

Adalgisa Corcino

La Vega.-  Conmemorando sus 510 años de invención, es insustituible   la principalía de los veganos en las festividades carnavalescas dominicanas expresadas como emoción colectiva o mancomunada exhibiendo no solo tradiciones y “sabor del pueblo”, también es un referente histórico y educativo obligado del antepasado, del ayer y del presente-futuro que evidencia la esencia del carnaval: su gente, cómo piensa, siente, actúa y defiende.

Como tablado acuña a febrero, entre las complicidades se lucen las artesanías elaboradas en vestuarios, disfraces, estilismo, maquillaje y todo aditamento que define y moldea ese maridaje entre (baile-escándalo), que perfeccionado o improvisado, de élite o del barrio, tiene un común denominador, disfrutar del barajuste pueblerino y ese peregrinar entre la vida y la muerte, el llanto y la alegría.

El Carnaval inicialmente surgió como una denuncia social, heredada de inmigrantes cubanos y puertorriqueños asentados en la isla, que unidos a los dominicanos (veganos); con legado español por lo del “Diablo Cojuelo de España” asumió con el devenir social y las inquietudes con un grupo que exhibía la magistral comparsa “La Culebra de San Juan”, espectáculo callejero de inspiración africana fechado en 1897, a consideración del presidente del Museo del Carnaval Vegano,  Yanio Concepción.

Turismo carnavaleado

Patentizado en La Vega, y adoptado por Santiago, Bonao y Moca; el Carnaval es un desorden organizado, y es que todo un año, es el tiempo dedicado por los grupos de carnavaleros compuesto por sastres, diseñadores, bisuteros (pedrerías) y los careteros quienes todavía en papel, arcilla y barro tornan los sueños, el júbilo, la efusión y simpatía que aflora de la fiesta del folklore dominicano.

Miles de turistas arriban a La Vega por referencias, anécdotas o curiosear,  sobresaliente por excelencia, el Carnaval Vegano es un imán que muestra la patria libre que soñó Duarte, la cultura típica que aspira el dominicano, los vestigios de la Colonización Española y la rebeldía de los mancillados, de los aborígenes, de los originarios.

 El turismo religioso se mezcla al cultural por la devoción del dominicano, y culturalmente, el carnaval es una fiesta de liberación del espíritu donde el Diablo Cojuelo juguetón, inquieto y festivo a vejigazos promueve un homenaje a la raza, las etnias ocultando su rostro con antifaces, caretas o mascaras que le dotan de una nueva personalidad. 

También la religión y el peregrinaje conquistaron su espacio, elementos interesantes aplomados en el -carnaval del pueblo- que atrae a creyentes a visitar la Catedral Inmaculada Concepción, conocer el Santo Cerro y pasear por el Museo Sacro que atesora el ideario histórico eclesiástico y sus incipientes. 

Un chance entre el turismo ecológico y de aventura se avista en camaradería con el carnaval.  Situada en zona montañosa, La Vega produce flores y plantas ornamentales, es un hoya de alturas con sus paisajes panorámicos  mostrando las reservas científicas Ébano Verde y Las Neblinas, los parques nacionales Baiguate, Armando Bermúdez, José del Carmen Ramírez y Valle Nuevo, y los monumentos naturales Salto de Aguas Blancas en Constanza y los Saltos de Jimenoa y Baiguate en Jarabacoa.

Siendo la materia prima las tradiciones y habitudes dominicanas, entremezcladas con rasgos amañados de corte inglés, toques de Europa, Haití y África, las máscaras, los personajes emblemáticos y el baile popular desde Califé, Roba La Gallina, el Hombre en Bicicleta, La Muerte en Jeep, son una muestra fehaciente de la compatibilidad experiencial plausible de su gente.

De igual manera, para alegrar el carnaval, los –Guloyas- con su legendaria danza y declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, encienden el dulzor a caña en el corazón dominicano que al escuchar Guavaberry de Juan Luis Guerra, remonta al inmortal Daniel Henderson, un icono del grupo petromacorisano que históricamente entregó ritmo, color y sabor.

Los haitianos con su “Gagá” en plena Semana Santa  no perime, y es así como las creencias, y las personificaciones de los atabales que amenizan las -Fiestas de Palos- dedicadas a los Misterios o 21 División, también son recursos artísticos y de la carne popular que se exponen en las calles y principales avenidas del Carnaval Dominicano, en el intervalo desde febrero hasta marzo. 

En la impronta cultural vegana hay riqueza y diversidad, y desde su inicio la iglesia nunca aprobó las escandalosas fiestas por considerarlas descompuestas y paganas, entendían que para 1578, los ademanes eran desmedidos, muy exagerados. La prominencia de un “Diablo Cojuelo” más impactante para 1906, con un disfraz 

Los veganos imprimen una etiqueta muy peculiar, irriga en sus venas y trasciende de generación en generación, donde la mujer tiene un desempeño importante también como “Diablo Cojuelo” o Reina del Carnaval que a prominentes ciudadanos preserva en el imaginario colectivo de la ciudad de Juan Bosch, como Juan Fco. Hernández, -Juan Fico-, César Abreu, quienes para 1988 decidieron desarrollar, organizar y dirigir el carácter carnavalesco como manifestación de los diferentes estados emocionales del hombre combinado con un aspecto animal. 

Careteros: Pioneros del Carnaval

Felipe Abreu, considerado el padre del Carnaval Vegano, durante 50 años fungió como diablo cojuelo, maestro de la careta, en especial infantil; organizador del carnaval, fundador de la primera cueva, y promotor del carnaval en otros pueblos. Falleció en 1999, a la edad de 81 años. Hoy cumpliría 100 años de alegría, arte, cultura y vocación con mayor antigüedad en el Carnaval de aquí. 

José Lantigua Cruz, su nombre de pila, artista plástico innato y de academia, implementando materiales como el almidón, el papel, la pintura y el cemento se combinaban con dientes y pelos de animales como el chivo. Creador de  innovadoras caretas para los grupos “Los Broncos” y “Las Fieras” en 1990, Bule, inicialmente; diseñaba disfraces para su consumo, luego, asumió el compromiso de producir para todo el carnaval imponiendo un sello inconfundible que le agenciaba la superación anualmente.

Otros alumnos de Abreu fueron Wilton D´Oleo, Carlos Francisco Marte (Cayoya), José Coronado (Chelo), Luís Flores De León, Marcos Jorge (Kimbo) y Marcos Cepeda, desde 1980 hasta 1992, y es que las caretas como los disfraces son portados con orgullo por ancianos, niños, jóvenes, hombres y mujeres, por los descamisados y potentados, los iletrados y los doctos, impregnando movimiento, luz y burla desde el prehistórico “Hombre de las Dos Caras” en La Vega.

Los colores predominantes amarillo, azul, rojo, verde, dorado y negro, entre los cálidos y fríos, evocan fe y esperanza para un pueblo que ha dedicado su vida al ganado, la agricultura y actividades  porcina y avícola, y los desborda en su fiesta carnal.

Museo del Carnaval Vegano

El Museo del Carnaval Vegano representa fielmente los atributos de la ciudad Culta, Olímpica y Deportiva, ya que en cada pieza, el color y la fantasía de la ideología cultural, humana, social, antropológica, artística y estética se combina en un imperante folklore: la fiesta más popular del Norte o Cibao, del país y América Latina. Es el núcleo socio-cultural de la palmaria herencia vegana.

Para evidenciar la notoriedad del Carnaval y el estilo de vida surgió el Museo del Carnaval Vegano en 2015, como memoria histórica-cultural del Nuevo Mundo, es un repositorio artesanal que compila atractiva y arquitectónicamente la archivística audiovisual y fotográfica documentada en una narración llana, seductora y admirable, cuidando cada detalle, los antecedentes y sus protagonistas. 

No se trata de un embalaje comercial, un producto o estrategia publicitaria, a partir de 1520 el carnaval se convirtió en una tradición, pero no fue hasta 1947 que la fiesta burlesca se estableció todos los domingos durante la temporada carnavalesca (enero-marzo), con la intención de preservar, promover y asegurar el patrimonio carnavalesco del país.  

La identidad cultural y humanística de La Vega descansa en nueve salas de exhibición reflejando al arte idiosincrásico del Carnaval Dominicano en su máxima expresión construida en la gestión del Presidente Danilo Medina Sánchez, es una de las obras más relevantes para los veganos, que vive y respira con un solo y amplio pulmón: el carnaval.

El museo es reconocido como uno de los cinco a nivel mundial que dedica su espacio a las manifestaciones y sentires del populacho, la nobleza y hasta la clerecía del catolicismo en esencia.

“Huellas del Carnaval”, exposición temporal

Es un viaje nostálgico y visual por la esencia del carnaval vegano con sus Diablos Cojuelos, en Santiago Los Lechones, Los Platanuses de Cotuí, Los Taimascaros de Puerto Plata, Los Tiznaos de Santo Domingo, Hombres de Barro, Lo Pintaos de Barahona, Los Toros y Civiles de Montecristi, expuestos hasta el 27 de febrero.

Resaltan Las Amazonas, primera comparsa de “Diablas” que salieron a las calles en 1991. En el segundo nivel del vetusto edificio, se aprecian los disfraces y exposiciones del Carnaval Contemporáneo incorporándose elementos actuales como el Hombre de la Bicicleta.

Además, se dedica una de sus salas a Rafael Pitágoras Lora, uno de los propulsores del Carnaval Vegano, valorada como una portentosa inversión para la educación, aprendizaje, transmisión y difusión cultural, es un atractivo turístico-folklórico, de permanencia del edulcorante multitudinario recogido entre las lágrimas, los esfuerzos, las risas, los fuetazos, la sátira y una incansable lucha del hombre por liberarse de sus eternos fantasmas.

Como reflexiona el folklorista y gestor cultural, Dagoberto Tejada, el carnaval es “dejar hacer a la carne” a nivel cultural donde el Pueblo Dominicano se entretiene acompañado por el diablo o la muerte, es una lucha donde gana la vida, es lo más representativo de la dominicanidad.

Comercio y Mercadeo

De su comercialización destaca Heriberto Medrano (Cuqui), actualmente propietario de (Grupo Medrano) quien firmó un acuerdo en 1994 con la Unión de Carnavaleros de La Vega (UCAVE), y el Ayuntamiento Municipal Vegano, consagrando un espectáculo artístico mercadeado a nivel nacional y atrayendo a las masas para el disfrute de artistas internacionales y turistas Latinoamérica y del mundo, en alianza con Microondas Nacionales.  

En el museo también se venden objetos alegóricos al carnaval como collares, comparsas en miniaturas, caretas diminutivas como suvenires o recuerdos de la travesía ancestral y con ciertos fondos también se subvenciona el mismo que dispone de un personal técnico, de mantenimiento, otro puramente intelectual e informativo, de seguridad y recepción. 

El Museo del Carnaval Vegano conserva el relicario anecdótico y viviente de las costumbres y cotidianeidad vegana y del Pueblo Dominicano. Su directora Cinthya Acevedo acompañada de Yanio Concepción, presidente; Manito Despradel, vicepresidente; Miguel Darío de Peña, secretario; César Abreu, Hugo Estrella, Francisco Viloria y Diego Lantigua, vocales; con la asesoría de Hugo Álvarez Pérez.

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